Trilogía de la Ayahuasca II. Primer contacto

Las expectativas eran altas, muy altas, y ese fue el problema. Durante las semanas previas me había documentado en esa fuente de inagotable “sabiduría” que es Internet, así que me había empapado de numerosos testimonios de gente que la había probado. Había de todo, personas que habían recordado sus vidas pasadas, otros habían tenido viajes astrales, había uno que decía haber visto la creación del universo y vivido miles de años en un par de horas, en general, a la mayoría les había cambiado la vida para siempre. Así que sin quererlo iba predispuesto, muy predispuesto, pero bueno, la planta me puso en mi sitio…

Por cosas de la vida, casualidades las llaman, me vi sentado en el suelo de un apartamento con gente que no había visto en mi vida, a muchísimos kilómetros de casa, a punto de empezar un viaje sin retorno (que según la jurisdicción vigente aquí es ilegal) ¿quién dijo miedo?

Se acababa de poner el sol, tras la primera toma del amargo brebaje lo único que podía hacer era esperar, (tarda unos 40 minutos en hacer efecto), pero llevaba esperando ya días ese momento, cada minuto pensando en todo lo que me esperaba se me hizo eterno, y al rato se empezaron a notar los efectos, pero no en mi. Ya habían compañeros que estaban vomitando, en teoría, lo de los vómitos depende de la persona, hay gente que no vomita nunca y otros que si, se dice que es para limpiar y purgar el cuerpo, ya que con el vomito te liberas de energías negativas.

El tiempo pasaba y yo estaba prácticamente igual, hice una segunda toma esperando que empezase el viaje. Ahora si que tenía leves ensoñaciones, si cerraba los ojos (que así es como debe ser, incluso es aconsejable vendárselos) veía cosas raras, inconexas, sería parecido a cuando estás borracho en la cama que todo da vueltas (eso me han dicho, no es que lo haya estado yo nunca, claro 😉 ).

Pero duró poco, y una mezcla de decepción y desilusión empezó a invadirme, a ver si la planta no tenía suficiente DMT (la sustancia psicoactiva), o puede que fuese una de esas personas que no les hace efecto. Esperé impaciente una tercera toma, y después de mucho esperar me la dieron.

Ya habían pasado horas desde el comienzo y si tenía que haber pasado algo debería haber empezado ya, así que llegó el momento de darse por vencido y olvidarse de todas las ilusiones que me había hecho (nota: el ego es muy puñetero, a un nivel consciente no esperaba nada, como en la meditación zazen, sin objetivos, pero en el fondo, muy en el fondo si es que esperaba algo, y no era poco).

Con el estomago revuelto, dejé de esperar nada, bueno, aún si, en el fondo era un conflicto interno de esperanza contra decepción y mientras tanto vinieron los vómitos y empecé a sacar la poca comida que tenía en el estomago (durante todo ese día estuve en ayunas). Y cuando ya no quedaba nada que sacar me tumbé y ahí fue cuando empezó el espectáculo…

Continuará

Deja un comentario